viernes, 31 de julio de 2015

12 CLAVES PARA SUBIR A JERUSALEN


REFLEXIONES DESDE LA TIERRA SANTA

¿Quiénes suben a Jerusalén?
12 Claves para hacer el sueño una realidad

Por Alexander Dorado

A Israel van los que creen y anhelan ir
Pasaje de estudio: Salmo 84
La visión de Israel y la experiencia de viajar a la Tierra Santa es uno de los mas maravillosos regalos que Dios ha dado a la familia del Centi y por lo tanto una de las experiencias de vida más significativas y transformadoras que podemos tener. 

Desde aquella primera peregrinación, en el año 1981, en que el Dr. Néstor Chamorro, líder espiritual y fundador de la CEPC, tuvo ese sentir de ir a la tumba vacía en Jerusalén, a dar gracias por las bendiciones recibidas en el obra misionera, hasta el día de hoy, son miles de peregrinos que hemos subido a Jerusalén a tener un encuentro de amores con el Dios de Israel y disfrutar de sus promesas y abundantes bendiciones.

¿Quiénes son los que van a Jerusalén? Por supuesto, aquellos que abrazando las promesas, suben con una visión espiritual; aquellos que saben que como hijos de Dios son herederos de bendición. Siempre le escuché decir al Dr. Chamorro, “A Israel no va el que tiene ni el que puede, sino el que cree.”  Y realmente es así, porque ese ha sido el testimonio de los peregrinos que hemos ido a Jerusalén.  Ir a Jerusalén, es matricularse en la escuela de la fe.

Leyendo la Biblia, en el Salmo 84, encontramos algunas claves que nos indican quienes son lo que finalmente van a la tierra de los amores, la tierra de las promesas y la bendición:

1.   Los que disfrutan el estar con Dios. Ir a Jerusalén, es mucho más que estar en un lugar, es estar con alguien; es darse cita con el ser más maravilloso del Universo, nuestro Papa Dios.  Y él espera que lo amemos a él, más que a las personas, cosas, trabajos o circunstancias.  Es el goce pleno de la presencia de Dios.  Como lo reza el Salmo, “aquellos delicados pastos donde somos pastoreados y aquellas aguas de reposo donde somos abrevados.” (Vers. 1)


2.   Los que tienen el anhelo.  El anhelo es algo mucho más profundo e intenso que un deseo, nace de lo más interno del corazón; es un sentimiento que se alimenta desde el espíritu.  Hay personas que pudiendo ir, no van, porque no tienen ese anhelo, no se ha encendido ese fuego en su corazón. (Vers. 2)

3.   Los que creen que Dios les lleva. Para muchos ir a Israel es algo que resulta imposible, improbable; pero no es así para el Dios de los imposibles; es él quien nos invita, y el no hace acepción de personas.  Lo más maravilloso es precisamente, contemplar, que personas sin posibilidades económicas, pero movidos por la fe, han hecho realidad este sueño. (Vers. 3)

4.   Los que saben que es una bendición. Solo quienes aprecian la inmensa bendición que es ir a Jerusalén, toman la decisión de ir.  Aquellos que, por el Espíritu han entendido que la peregrinación es mucho que un viaje, es un tratamiento amoroso en los brazos de Dios, en el cual recibimos sanidad, medicina, prosperidad, y respuesta de parte de Dios a nuestra necesidades. (Vers. 4)

5.   Los que tienen en Dios sus fuerzas.  Esto es algo espiritual, por lo tanto demanda que estemos fortalecidos espiritualmente.  Dependemos de Dios y no de nuestras propias fuerzas. Porque en el proceso van a resultar inconvenientes, y es en ese momento, en los cuales, debemos creer que “todo lo podemos en Cristo que nos fortalece” y que con la ayuda de Dios, lo vamos a conseguir. Y por supuesto, es luchar con las fuerzas de Dios para hacer su voluntad y no la nuestra.  (Vers. 5)

6.   Los que pagan el precio. Para subir a Jerusalén, hay que estar dispuestos a soportar duras y hasta difíciles pruebas; “atravesar ese valle” que parece de lagrimas. Pero sabemos que aquello que “siembran con lagrimas, con regocijo segarán.”  Hay una tarea que nos compete hacer; debemos “abrir los estanques” y el enviará su lluvia para llenarlos.  Debemos preparar las vasijas para que él las llene con su aceite. (Vers. 6)

7.   Los que van en el poder del Espíritu Santo. Ya hemos dicho que esto es algo del Espíritu, por lo tanto debemos andar en el Espíritu, para lograr este objetivo.  De la manera que el Señor  Jesús, “fue llevado en el poder del Espíritu Santo al desierto.” Así nosotros, iremos de “poder en poder y veremos a Dios en Sion.” (Vers. 7)

8.   Los que oran sin cesar. La más poderosa arma o herramienta que Dios nos ha dado para tener victorias espirituales es la oración.  La peregrinación comienza desde el preciso instante en que tomamos la decisión de ir; allí empiezan a surgir situaciones que debemos sortearlas en oración ferviente en el Espíritu.  En la oración recibimos la unción que necesitamos para llegar a la meta. 

9.   Los que tienen visión de lo alto. Quienes vamos a Jerusalén no dependemos de lo que pasa en la tierra sino de lo que sucede en el cielo.  Por eso debemos “poner la mira en las cosas de arriba y no en las de abajo.”  En el cielo no importa si el dólar sube o baja; Dios envía su bendición abundante, que suple todo lo que nos hace falta conforme a sus riquezas. (Vers. 9)

10.       Los que eligen la excelencia.  Aquellos que han entendido que “mejor es un día en sus atrios que mil días fuera de ellos.” No hay un lugar comparable con la ciudad del Gran Rey. Es el único lugar debajo del cielo, donde Dios ha puesto su nombre del cual Dios dice: “ese buscaréis y allá iréis.” (Vers. 10)

11.       Los que entienden que Dios les provee. Dios es nuestra fuente de vida y el nos da sin reserva; nos cuida y protege.  El no quita el bien a los que andan en integridad, por el contrario, el “provee, aumenta y multiplica” los recursos que nos da, para que no tengamos falta de ningún bien.  Algunos dudan no han entendido, que ir a Jerusalén, es una hermosa siembra, de la cual, vamos a recibir réditos por el resto de la vida.  Y que el nos devolverá multiplicado. (Vers. 11)


12.       Los que confían en Dios.  Y saben que él hará. Por eso son felices, porque saben que en el Dios de Israel, está su seguridad y confianza, y que él no deja a sus hijos quedar avergonzados.  Pero debemos creerle para disfrutar de sus bendiciones. (Vers. 12)

jueves, 30 de julio de 2015

ISRAEL JORDANA DUBAI FUERA DE SERIE




SALIDA EN SEPTIEMBRE 2015


REFLEXIONES DESDE LA TIERRA SANTA

Rompiendo el vaso de alabastro
Por Alexander Dorado

Dan quienes guardan amor y gratitud en su corazón.

Pasaje de estudio: Mateo 26:6-13, Marcos 14:3-9, Juan 12:1-8

La mujer que ungió al Señor con un perfume de nardo puro, es uno de los pasajes más bellos que encontramos en las escrituras, que nos muestra la actitud amorosa de una mujer que fue criticada por su gesto de honra y gratitud.

La acción de esta mujer podría verse como un acto impulsivo, como si hubiera actuado con osadía y atrevimiento, pero hay momentos en la vida, donde sabemos que hay cosas que debemos hacer, y no podemos poner freno, cuánto más si son puestas por Dios en el corazón.  No las pensamos, ni medimos consecuencias, solo sabemos que hay que hacerlo.

Esta mujer fue criticada por los mismos discípulos, quienes no solo se enojaron con ella, sino que la criticaron diciendo, “que desperdicio era ese.”  ¿Acaso el Señor no merecía ese acto de honra? En el fondo, no solo estaban menospreciando a la mujer, sino a su líder y maestro. La honra que ellos no le daban, la estaba recibiendo a través de esta sencilla y humilde mujer.

Solo Dios puede juzgar nuestras acciones, como fue el caso de aquella otra mujer viuda a la cual hizo referencia el Señor.   Viendo la actitud con que ofrendaban, vio a ricos que entregaban sus ofrendas y también a la mujer.  ¿Quién dio más? Preguntó el Señor. La mujer; porque los ricos daban de lo que les sobraba, pero ella dio todo lo que tenía.  No es la cantidad, es la actitud.

No tardaron mucho en comenzar a hacer cuentas y dar sus argumentos, liderados por Judas el Iscariote, “esto se puede vender por más de 350 denarios y darlo a los pobres”; comenzaron a tener ideas de qué hacer con ese dinero. Pero en el corazón de esa mujer solo había una intención, honrar a su maestro.

“Dejadla, no la molestéis”, fue la exhortación del Señor, y sabiendo lo que murmuraban, les dijo: “ya tendréis tiempo para ayudar a los pobres, pero a mí no siempre me tendréis.” Esta oportunidad de honrar al Señor, era tal vez la única, y sin saberlo, la mujer estaba preparando el cuerpo del Señor para la sepultura. ¿Qué mejor que hacer las cosas en vida?

Hay muchas cosas que hemos hecho alguna vez y fue la mejor decisión hacerla. Yo he ido en varias ocasiones a Israel, pero solo una vez fui con el Dr. Chamorro, nuestro padre en la fe; y esa única vez que fui con él, fue algo maravilloso, mi vida quedó marcada por siempre por aquella vez.  Una cosa es ir a Israel con otros líderes, pero haber ido con el padre en la fe, fue algo inolvidable.

Hoy entiendo, que así tuviera todo el dinero del mundo, ¿Cómo tener esa experiencia? Es imposible.  Fue la mejor decisión que pude tomar alguna vez, ir a la casa de mi Padre Dios, en compañía de mi padre en la fe, y vivir con él, en la tierra de los amores, experiencias que estarán conmigo para siempre y que no hay manera de volverlas a tener.

¿Quién era esta mujer? La Biblia nos lo dice, era María de Betania, la hermana de Lázaro, a quien el Señor había resucitado.  Tal vez, era esa una de las principales razones, por la que María guardaba tanta gratitud hacia el Señor. Aquella mujer que se sentaba a los pies de su maestro, mientras su otra hermana atareada con tantas cosas, no entendía lo que su hermana hacia.

Jesús profetizó acerca de esta mujer, “en todo el mundo se hablará de lo que esta mujer hizo.” Y es exactamente lo que sucede cada día, son millones de iglesias en el mundo, que varias veces en el día, en la celebración de la liturgia, se predica de esta mujer, además de las misas radiales y televisivas.

Han transcurrido más de veinte siglos, y nunca nadie se ha atrevido jamás a decir, “fue un error, “que gran equivocación la de esa mujer”, “que desperdicio”, por el contrario, han sido miles de generaciones que han sido impactadas por el testimonio de esta mujer, su acto de amor, gratitud, generosidad y honra con el Señor.  Y el Señor a quienes le honran, les honra.

No lo hizo con ese propósito, de ser exaltada y reconocida por generaciones hasta el fin de los tiempos en que se predique este evangelio; pero ella nunca calculó siquiera, la trascendencia que tendría en el evangelio y en la cristiandad de todos los tiempos, esa manifestación generosa y desprendida que tuvo esa mujer con el Señor.

Era un perfume de gran precio, y seguramente, como lo pensaron los discípulos, si se hubiera vendido, se le hubiera podido dar muchos “usos” a ese dinero, como fueron las ideas que tuvieron los discípulos; pero sin lugar a dudas, la ofrenda de amor de esta mujer, fue la mejor decisión.  Y sabemos que todo aquello que hacemos por él y para él, nos lo devuelve multiplicado.

Peregrinos, sigan adelante en su decisión, muchos van a querer desmotivarlos, o intentar cambiar su decisión, criticando o dando ideas de qué hacer con el dinero que en su corazón usted ya determinó que sea para ir a Israel.  Es un gran precio, no es una suma despreciable, por eso usted debe ser sabio y darle la mejor inversión, y Dios se encargará de multiplicar lo que usted siembre.

Animo, que ya pronto estaremos celebrando y disfrutando de un maravilloso tiempo de amores en la casa de Papa Dios, en Jerusalén.


sábado, 25 de julio de 2015

ES TIEMPO DE GRATITUD

Por Alexander Dorado Albán

La gratitud es la memoria del corazón; solo quien conserva una actitud de gratitud, puede alabar a Dios; porque alabar es dar gracias a Dios por sus favores y beneficios; alabar es dar gracias por lo que él ha hecho, está haciendo y hará.  Dios no nos pasa cuenta de cobro o factura por sus  bendiciones, pero sus hijos tenemos una deuda de amor y gratitud a él por tantas misericordias; por todas sus maravillas.

El no nos pide que le “paguemos” sus favores, aunque esa si es la manera de pensar nuestra; creemos que debemos pagar a quienes se han portado bien con nosotros, pero ¿A Dios, como pagar tantos favores? Es imposible de corresponder a su amor eterno. No nos alcanzaría la vida ni habría forma de hacerlo, de pagarle a Dios tanto amor, misericordia, el don de su Espíritu, su paternidad, el regalo de la salvación y la vida eterna.

En el Salmo 116 encontramos el caso de un hombre que ha sido librado de la muerte; no se si ese sea nuestro caso; que nos hayamos visto de cara a cara con la muerte, y el Señor nos haya librado milagrosa, soberana y poderosamente.  Si hemos sido librados de situaciones críticas y apremiantes.  Lo triste seria olvidarlo, lo cual sería una enorme e inconcebible muestra de ingratitud a Dios quien ha sido tan bueno con nosotros.

“¿Cómo pagaré a Dios sus beneficios para conmigo?” Esa era la oración del Salmista.  Si se tratara entonces, de expresar al Señor manifestaciones de amor y gratitud por todos sus favores recibidos; en este salmo, encontramos 4 maneras de hacerlo: Testificando a otros de Cristo, pagando nuestros votos, ofreciendo sacrificio de alabanza y yendo a Jerusalén a pagar nuestros votos y llevar ofrendas de acción de gracias.

1.      Testificando a otros de Cristo.  De misericordia hemos recibido, de misericordia debemos dar.  De la manera que alguien nos compartió del amor de Dios y la vida abundante que él nos ofrece, debemos hacer lo mismo con otros. Es tomar la copa de la salvación y dar a beber a otros del amor de Dios, la llenura de su Espíritu y la plenitud de la vida abundante y eterna.

2.      Pagando los votos.  En diferentes momentos nos hemos visto en situaciones apremiantes y criticas, y le hemos prometido a Dios que nos ayude y recate, a cambio, “nos comprometemos” a hacer determinada acción, que denota de nuestra parte, una evidencia de cambio en algún aspecto de nuestra forma de ser, comportarnos; acciones que denotan esfuerzo, disciplina, santidad, fidelidad.

El problema es que una vez, Dios nos da su ayuda, nos olvidamos del compromiso adquirido.  Bien dice la escritura, “cuando a Dios hagas promesa, no tardes en cumplirla.  Es mejor que no prometas, a que prometas y no cumplas.  Dios no se complace con los insensatos.”  De la manera que Dios nos toma en serio a nosotros, también nosotros debemos tomarle en serio a él. Si hemos hecho una promesa o dado la palabra, debemos cumplir con la parte de nuestro compromiso, porque él ha cumplido con la parte suya.

3.      Ofrecer a Dios alabanza.  Si hay algo que el encanta a Dios que sus hijos le tributen es alabanza.  Dice la escritura, “ofrezcamos siempre a Dios, sacrificio de alabanza, fruto de labios que confiesan su nombre.”  Alabamos a Dios porque hemos visto sus maravillas, pero de igual manera, cuando alabamos a Dios, observamos como su mano se mueve, y se cumple lo que dice la canción: “cuando el pueblo alaba a Dios suceden cosas maravillosa, hay sanidad, liberación, medicina, poder, bendición.

4.      Ir a dar gracias a Dios en Jerusalén.  Es la experiencia más grata y gratificante; subir según el mandato bíblico a la Casa de Dios, a Jerusalén, a tener ese encuentro de amores con el Señor, se recreados en su casa, y recibir su tratamiento amoroso; pero de igual manera, debemos ir a dos propósitos: Pagar nuestros votos delante de su pueblo y llevar ofrendas de acción de gracias a la Casa de Dios en Jerusalén.  “Saldrá de ellos acción de gracias y voz de nación que está en regocijo.”

El salmista pone un énfasis en cómo y cuándo dar gracias.  Primero, ¿Cómo? A través de las cuatro maneras ya mencionadas; lo cual demanda una actitud de amor, gratitud y compromiso con el Señor.  Segundo, ¿Cuándo? Y claramente dice, “Ahora”, porque quien tiene esa actitud no la deja para después, cuánto más si es consciente, que su plazo ha llegado. 

Para aquellos que vamos en este año a Jerusalén, tiene una connotación especial, 2015 es Jubileo, y Septiembre es comienzo de año, por eso celebramos en este mes, la fiesta del Rosh Hashana.  En este año y de manera particular, es subir a Jerusalén a dar gracias en este Jubileo, por las incontables bendiciones recibidas de parte de él, por su gracia, por su misericordia, y también porque hemos sido fieles a él, y hemos abrazado sus promesas, amando su santo nombre.

Es tiempo de subir a Jerusalén, de pagar nuestros votos y llevar ofrendas de acciones de gracias, como dice la escritura, ha de oírse aún voz de gozo y de alegría, voz de desposado y voz de desposada, voz de los que digan: Alabad a Jehová de los ejércitos, porque Jehová es bueno, porque para siempre es su misericordia; voz de los que traigan ofrendas de acción de gracias a la casa de Jehová. Porque volveré a traer los cautivos de la tierra como al principio, ha dicho Jehová.” 

domingo, 19 de julio de 2015




EN LA FRONTERA DE LA TIERRA SANTA

Por Alexander Dorado

“Hizo salir a su pueblo como ovejas, y  los llevó por el desierto como un rebaño. Los guió con seguridad, de modo que no tuvieran temor; y el mar cubrió a sus enemigos. Los trajo después a las fronteras de su tierra santa, a este monte que ganó su mano derecha. Echó las naciones de delante de ellos; con cuerdas repartió sus tierras en heredad, e hizo habitar en sus moradas a las tribus de Israel. Pero ellos tentaron y enojaron al Dios Altísimo, y no guardaron sus testimonios; sino que se volvieron y se rebelaron como sus padres; se volvieron como arco engañoso.” (Salmo 78:52-57)

La vida del cristiano es comparable como la historia del pueblo de Israel, de cómo Dios le rescata de Egipto y le introduce en la tierra prometida; es un proceso de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz. Y en todo este proceso, Dios es fiel, a pesar de la infidelidad de su pueblo.  Dios abrió el mar para que el pueblo cruzara hacia la libertad, pero también lo cerró para que nunca regresara  a la esclavitud. Dios abre puertas, como se abrió el mar; pero el abre para acércanos a él, nunca para alejarnos.

El plan inicial consistía en pasar el desierto entre 11 y 40 días, pero el pueblo por su rebeldía, tardó cuarenta años; no porque esa fuera la voluntad de Dios, sino por las actitudes del pueblo.  Sin embargo, todo el tiempo que estuvieron en el desierto, Dios fue su proveedor y protector; él fue fiel a pesar de su pecado; el vestido no se le envejeció, ni el calzado se les gastó; el sol inclemente del desierto no les quemó, porque él estuvo allí como su sustentador.

Pasados 40 años, al llegar a la frontera con la tierra de Canaan, Dios le dice a Moisés que suba al Monte Nebo, para que observera la tierra, ya que el no entraría en ella. “Y habló Jehová a Moisés aquel mismo día, diciendo:”Sube a este monte de Abarim, al monte Nebo, situado en la tierra de Moab que está frente a Jericó, y mira la tierra de Canaán, que yo doy por heredad a los hijos de Israel;  y muere en el monte al cual subes, y sé unido a tu pueblo, así como murió Aarón tu hermano en el monte Hor, y fue unido a su pueblo.” (Deuteronomio 32:49-50)
El monte Nebo, es un lugar conmovedor, no solo por lo que sucedió allí con Moisés, quien anhelaba entrar a Canaán, pero no se permitió; sino también, porque en ese lugar, uno ve su vida en panorama, todo lo que hemos vivido, desde que nacimos hasta ese momento; es un lugar de reflexión, evaluación, auto examen; se mira hacia atrás y hacia adelante; es un lugar donde se cae en cuenta del alto costo por los errores o pecados cometidos; pero también es un lugar por excelencia, para ponerse en paz con Dios, consigo mismo, con la vida. Para olvidar lo que queda atrás y extendernos al horizonte que tenemos por delante; en el Monte Nebo se recibe visión, porque es Ver a Sion.
Quien ha llegado a la frontera, debe cruzarla.  ¡Les ruego por las  misericordias de Dios, que crucen esa frontera hacia la tierra santa!  No estorbe a Dios, ¿Quién no se ha equivocado alguna vez? Pero si Dios nos ha traído hasta ese lugar, y nos dice que sigamos adelante, sin mirar atrás, ¿cómo no hacerlo? Como dice aquella canción inspirada en la Palabra de Dios, “Dios no nos trajo hasta aquí para volver atrás… Nos trajo a poseer la tierra que él nos dio… y aunque gigantes encuentre allá, yo nunca temeré…Nos trajo aquí a poseer la tierra que él nos dio.”

Lo que no es entendible ni admisible, es que una cristiano, una persona que ya ha conocido el amor de Dios y sus principios, vuelva atrás, se “prostituya”; “venda sus principios”, se deje llevar por el mundo.  Como aquellos que buscando un mejor porvenir hacen las cosas totalmente equivocadas, como aquellos que quieren irse a los Estados Unidos, “por el hueco”, quieren pasar la frontera pero hacen las cosas totalmente al revés de lo que Dios dice. Huyen a otro país para no pagar sus impuestos o deudas, para no responder por una familia.  Como dice el Precepto, “el perro vuelve al vomito y la puerca lavada al barro, vuelve a revolcarse en el cieno.” (2 Pedro 2:22)

El que hace las cosas bien,  obtendrá la bendición de Dios, pero el que hace las cosas mal, ¿Cómo reclamarla? Muchos llevan años en el desierto, pero aun no entran a al tierra prometida; se han quedado viviendo en el límite, o lo que es peor, han vuelto atrás. Si una persona ya salió de Egipto,  cruzó el mar, atravesó el desierto, está en la frontera,  ¿Qué debe hacer entonces? Cruzar la frontera.  A propósito, hay dos tipos de fronteras, aquellas que son para bien y para vida; y las que son para el mal y para la muerte.

Hay personas que abusan de la gracia y misericordia de Dios, y se encaminan por sendas que los llevarán invariablemente al abismo.  “El que cava fosa, caerá en ella.”!  Hay caminos que al pecador, le parecen derechos, pero su fin es camino de muerte.” (Proverbios 16:25)   Una persona puede conducirse por esa senda, pero siempre tendrá la  oportunidad de arrepentirse de su mal camino, y regresar, antes de dar un paso falta hacia el abismo, hacia su propia destrucción.

“Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella. A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.”  (Deuteronomio 30:15-19)
Los errores de los padres los pagan los hijos; Dios por su misericordia libra a un padre de la espada; pero no puede librar al hijo, a quien el padre lo conduce a la espada de la cual fue librado.  Un ejemplo de esta situación la vemos en la película, “el niño de la pijama de rayas.”  En la cual encontramos la relación que construyen dos niños, en una frontera; una alambrada que los separaba entre un campamento nazi y un campo de exterminio; al final uno de los niño, el hijo del nazi quien tenía a cargo el campo de concentración, acepta la invitación de su amigo, de pasar la frontera, que los llevaría a ambos a la muerte.

Moisés estaba en la frontera.  En este momento y lugar se pueden tomar dos acciones, lo que hizo Lot, siguiendo las instrucciones del Señor, “dar paso firme, adelante, sin mirar atrás” o hacer lo que hizo la mujer de Lot, que se quedo mirando hacia el Valle de Sodoma y Gomorra y se convirtió en estatua de sal.  “"Escapa por tu vida; no mires tras ti. Ni pares en toda esta llanura, escapa al monte, no sea que perezca" (Génesis 19:17)   Lo que debemos hacer es no mirar atrás, no tener ningún apego ni nostalgia por el pasado, no dejarse atraer ni distraer.  El pecado de la mujer de Lot no fue una simple mirada atrás, sino la actitud del corazón y su apego, que la llevaron a descuidar una salvación tan grande.  La invitación es avanzar, bogar mar adentro.

Hemos caminado un largo trayecto, a estas alturas de la vida, no podemos dar marcha atrás.  Ya no estamos para aventurar, para estar improvisando. Hay sordera y ceguera espiritual. Si estamos en la frontera, no podemos cometer errores víspera a la bendición; hay personas que bajan la guardia; o se dejan obnubilar; nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que perseveran y avanzan para preservación. (Hebreos 10:35-39)  Con confianza se logra el galardón y con paciencia se alcanza la promesa, el justo por la fe vivirá.
Hemos pasado caminando a nuestro ritmo,  pero luego queremos que el ande al ritmo nuestro.  ¿Cuánto nos cuesta estar a la par de Dios?  En la frontera no debemos dar marcha atrás.  A menos que Dios le dirija a hacer algo especifico.  En algunos casos, podemos dar dos pasos a tras para luego dar tres adelante.  Dios le dijo a Moisés, “rodea este monte”, esto fue para protegerlo de sus enemigos, así el monte los ocultaría de ellos. En este caso, es mejor rodear que rodar.  Tenga en cuenta, que como lideres no le diríamos nada que nosotros no estuviéramos a dispuestos a hacer. Al cruzar el Jordán, quienes primero entraron fueron los sacerdotes, y se quedaron en medio de Jordán, llevando el arca, hasta que el último del pueblo pasó. La vida de un pastor cuidando sus ovejas; es una lucha diaria y constante.
Entre las fronteras – Numeros 13:1
Dios le dice a Moisés que envié hombres a recorrer la tierra.
“Los envió, pues, Moisés a reconocer la tierra de Canaán, diciéndoles: Subid de aquí al Neguev, y subid al monte, y observad la tierra cómo es, y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si poco o numeroso; cómo es la tierra habitada, si es buena o mala; y cómo son las ciudades habitadas, si son campamentos o plazas fortificadas; y cómo es el terreno, si es fértil o estéril, si en él hay árboles o no; y esforzaos, y tomad del fruto del país. Y era el tiempo de las primeras uvas. Y ellos subieron, y reconocieron la tierra desde el desierto de Zin hasta Rehob, entrando en Hamat. Y subieron al Neguev y vinieron hasta Hebrón; y allí estaban Ahimán, Sesai y Talmai, hijos de Anac. Hebrón fue edificada siete años antes de Zoán en Egipto.  Y llegaron hasta el arroyo de Escol, y de allí cortaron un sarmiento con un racimo de uvas, el cual trajeron dos en un palo, y de las granadas y de los higos.  Y se llamó aquel lugar el Valle de Escol,[a] por el racimo que cortaron de allí los hijos de Israel.  Y volvieron de reconocer la tierra al fin de cuarenta días.  Y anduvieron y vinieron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel, en el desierto de Parán, en Cades, y dieron la información a ellos y a toda la congregación, y les mostraron el fruto de la tierra. Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella.  Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac.  Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán.  Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos.  Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros.  Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura.  También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos. (Números 13:17-33)

Debían observar la tierra y quienes la habitaban y hacer un diagnostico, conocer y reconocer su heredad. ¿Cómo era la tierra? ¿Fértil o estéril?  Debían esforzarse y tomar del fruto de la tierra.  Al regresar los espías dijeron: “es tierra que fluye leche y miel, pero también hablaron mal de la tierra.”  Caleb hizo callar al pueblo, y les amonestó para que no hablaran mal, sino que les invitó a creerle a Dios, quien había prometido darles esa tierra por heredad.  No podemos hablar más de la tierra que Dios nos da.  El problema era la visión tan pobre que tenían de ellos mismos y como se veían así mismo.  Se consideraban langostas, este insecto tiene tres características: Apariencia menospreciable; detestadas por la sociedad y  una plaga destructora.   Eligieron el peor insecto para compararse, así estaba su autoimagen y estima personal.
El pueblo empezó a llorar, a desesperarse y dijeron, mejor volvamos atrás.  Quienes desacreditaron aquel país, no entraron en la tierra prometida, solo Josue y Caleb quedaron con vida.  Todo está en la actitud, en la visión que se tiene de Dios, de sí mismo y de la tierra que Dios nos da como heredad.   Ellos debían subir desde el desierto hasta el monte alto.  Así es la vida del hijo de Dios, de gloria en gloria, de lo bueno a lo mejor y a lo excelente.  Para llegar a la cumbre del monte debían pasar por la la tierra, vencer gigantes, conquistar ciudades fortificadas como Jericó, enfrentar a Amalec y al cananeo, esta es la colegiatura de la vida de fe.
Ellos debían reconocer los gigantes para saber cómo enfrentarlos; debían saber que encontrarían allá para saber que estrategias implementar; sin perder de vista que Dios iba con ellos, y había prometido hacerse cargo de sus enemigos.  Si estamos en la frontera, es tiempo de preguntarnos, ¿Cuáles son nuestros gigantes? ¿de qué sentimos temor? ¿Cuáles son las murallas que deben caer?  Al pasar la frontera, hay un desierto que debo cruzar, y atravesar el país hasta el monte alto.  Mi destino es el monte alto, es tiempo de conquista y de jubileo.





jueves, 9 de julio de 2015


Uno de los momentos mas vibrantes de la peregrinación, es cuando el avión aterriza en el aeropuerto de Ben Gurion en Tel Aviv, y sabemos que hemos llegado, que ya estamos en la casa de Papá Dios.

miércoles, 8 de julio de 2015

PEREGRINACIONES MEMORABLES

LA PEREGRINACION DE JOSE
Por Alexander Dorado Alban

Cada peregrinación tiene un propósito; hay peregrinaciones que son una única e inolvidable vez, esto es, vendrán otras, pero ninguna como esa. Además, que podemos ir muchas veces a Israel, y cada vez será una experiencia única. 
En la Biblia encontramos diferentes peregrinaciones; porque Israel es tierra de peregrinaciones, y todo aquel que va hasta ese lugar, al menos una vez, se convierte en un peregrino de la tierra de los amores. 
Abraham fue el primer peregrino; Dios le llamó de Ur de los Caldeos, para que fuera hasta Israel, a recibir esa tierra por heredad.  Moisés también fue un hombre que hizo de la peregrinación un modo de vida; 40 años anduvo por el desierto, con la esperanza de entrar a la tierra que diviso desde el Monte Nebo.
Hombres de la talla de Daniel, amaron a Jerusalén, pero nunca fueron físicamente a ella; aunque Daniel era un peregrino por fe; cada día, abría las ventanas de su habitación que daban hacia Jerusalén (estando a miles de kilómetros de distancia) y se transportaba con los ojos de la fe, del espíritu y la imaginación hasta la tierra de sus raíces.
¿Qué tiene de especial ese lugar? Es el lugar donde Dios ha puesto su nombre y el cual ha elegido como habitación para sí; es la tierra de nuestras raíces (Roots Land), es el único lugar del cual Dios dice, “ese buscaréis y allá iréis”.  Es la tierra de los pactos y las promesas.
Hay hombres como José, quien vivió desde los 16 años en Egipto, él subió una sola vez, pero esa peregrinación fue sin precedentes, nunca ha habido una como aquella y no la habrá después. El subió una sola vez, nunca volvió, aunque sus restos si regresaron a la tierra de sus padres.
Cada peregrinación es emblemática y temática, cumple un propósito y razón de ser; las veces que Dios nos ha dado la bendición de subir a Jerusalén, nunca hemos regresado con las manos vacías, hemos subido llevando las semillas, y regresamos trayendo las gavillas.
Genésis 49:1,28-33
Cuando Jacob supo que su hora había llegado, reunió a sus hijos, los patriarcas de las tribus de Israel, para anunciarles sobre lo que habría de acontecer en los días venideros.  Cuando un hombre camina con Dios, es sereno, y comprende los tiempos de Dios.
Luego de bendecir a sus hijos, les hizo una petición, que sus restos fueran llevados a Canaán, a la tierra de sus padres.  Esto suscitó una de las hermosas peregrinaciones que alguna vez haya existido.
José solicitó a Faraón, el permiso de cumplir el deseo de Jacob, conforme al juramento que le había hecho.  Y Faraón le concedió subir a Canaán con sus hermanos y parientes.  Lo insólito y sin precedentes, que ellos no subieron solos; con él fueron los egipcios. (50:7-9)
Y subieron no solo para acompañar a José, sino para endechar a un patriarca, a un hombre de fe.  Ha sido la única vez que todo Egipto, sus principales, sus escuadrones subieron hasta Canaán a endechar un patriarca. 
¿Porque subieron con José? Estaban en deuda con el por haber salvado a Egipto de la desgracia, subieron con él, no solo para acompañarlo, sino para endechar y hacer duelo a Jacob, y lo lloraron 70 días. ¡Que honra tributaron a un grande de la fe!
Fue tan grande el llanto que hicieron los egipcios, que los cananeos, al escuchar su lloro y lamentación, llamaron a aquel lugar, Abel-Mizraim, (Pradera donde los egipcios lloraron por un patriarca de la fe)
De la manera que sucedió en los tiempos de Jesús, que los fariseos, a pesar de sus esfuerzos ingentes, no podían impedir que el mundo se fuera tras él; vemos como, la visión de Israel arrastra al mundo tras aquellos que se identifican con la tierra del Dios de Israel.
El mundo corre tras la visión de Israel, el mundo, en este caso representado en los egipcios, van tras aquellos herederos de un legado; van tras el manto de un judío, porque reconocen que Dios está con ellos. (Zacarías 8:21-23)
Una vez fue endechado y sepultado Jacob, José regreso junto con sus hermanos a Egipto; y nunca más volvió a Israel.  Pero logró causar un impacto como nunca antes y después lo ha habido, el mundo egipcio se fue tras él.
Hace doce años subimos a honrar a nuestro padre, hoy regresamos a dar gracias por diez años de bendiciones; a diferencia de Jacob, no subimos con un líder embalsamado, sino ungido por Dios, fortalecido y vigorizado; un atleta de Dios que llevando de su mano la bandera del Centi, conquistara el Hermón.
Y de esta manera, desde la cabeza de los montes (Isaias 2:2-3) tomaremos, en el nombre del Dios de Israel, en posesión todos los montes de la tierra. Y regresaremos trayendo la bendición a todas las familias hasta lo último de la tierra. 
Dios bendiga Israel, y desde Israel, Dios bendiga a esta Familia Centi, en cumplimiento y conquista.  Gracias Papa Dios, por el privilegio y la bendición tan inmensa, de ser parte de esta maravillosa e inolvidable peregrinación. (Salmo 122)