LAS EXCUSAS DE BARZILAI
Por Alexander Dorado
Hay algunas historias de la Biblia, que uno quisiera que
tuvieran otro final, pero no es así.
Por ejemplo, hay un hombre de la Biblia, que amaba profundamente a Jerusalén,
pero el vivió toda su vida a miles de kilómetros de la Ciudad Amada. Este
hombre tenía la costumbre, especialmente cuando se hallaba en dificultades o
circunstancias apremiantes, entraba en su aposento, cerraba la puerta y abría
las ventanas que daban hacia Jerusalén. Y es necesario precisar, no es que al abrir
las ventanas se encontrara con una bella panorámica de Jerusalén, lo que tenia
era un desierto al frente; pero el tenia que transportarse con los ojos de la
fe, del espíritu y de la imaginación hasta la tierra de los amores, volar miles
de kilómetros y recrearse en la Casa de Dios.
Se arrodillaba tres veces al día, principalmente, cuando esta apremiado
por alguna situación, este hombre era Daniel.
Y aunque amaba a Jerusalén y anhelaba estar allá, nunca pudo ir.
A propósito, esta es una buena recomendación, cuando usted se
halle en conflicto, acuérdese del Salmo 20 y Daniel 6:10. Cuando este en conflicto, cada vez que pase
por situaciones difíciles, cuando alguna circunstancia de la vida se presenta
como un revés, seguimos el ejemplo de
Daniel. “Cuando supo que el edicto en su
contra había sido firmado, entro en su casa, y abiertas las ventanas de su
cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y
daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes”. Volando con los
ojos de la fe, se transportaba hasta la Casa de Dios y allí se refugiaba en los
brazos de su Padre, y sabia que así y solo así, estaría seguro.
En el Salmo 20, David, dice algo parecido, “Jehová te oiga en
el día del conflicto; el nombre del Dios de Jacob te defienda. Te envié ayuda desde el santuario, y desde
Sion te sostenga. Haga memoria de todas
tus ofrendas, y acepte tu holocausto. Te de conforme al deseo de tu corazón, y
cumpla todo tu consejo. Nosotros nos
alegraremos en tu salvación, y alzaremos pendón en el nombre de nuestro Dios;
conceda Jehová todas tus peticiones.
Ahora conozco que Jehová salva a su ungido; lo oirá desde sus santos
cielos con la potencia salvadora de su diestra”. (Salmo 20:1-6) Luego debemos
combinar el Salmo 20, Daniel 6 y el Salmo 128:5-6 “Bendigate Jehová desde Sion,
y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida, y veas a los hijos de
tus hijos. Paz sea sobre Israel”.
Hay una historia que parece triste, no todos los finales de
las historias de la Biblia tienen finales felices, no porque Dios haya querido
que sea así, sino porque Dios le dio al hombre libre albedrio; esto hace al
hombre verdaderamente libre, el hombre escoge, elige; Dios le coloca delante de
sus ojos el bien y el mal; el hombre elige, el asunto es que elija bien; las
personas somos el resultado de nuestras decisiones. Estas son las que definen
nuestra vida, lo que hoy vivimos es el resultado de las decisiones que vivimos
anteriormente; algunas fueron acertadas (bendito sea Dios), otras fueron
equivocadas (Dios tenga misericordia de nosotros), somos arquitectos de nuestro
destino. El ser humano es tan básico,
que siempre esta haciendo responsable a Dios de todo lo que le pasa, pero
precisamente, en eso consiste la responsabilidad honrosa que Dios nos dio,
hacernos cargo de las decisiones, para eso contamos con su dirección e
instrucciones.
Para entrar en nuestro de estudio vamos a remontarnos a lo
que dice 2 Samuel 19, aquí encontramos a David atravesando una de las
circunstancias mas difíciles de la vida, un duelo. A propósito, sin ser el énfasis de esta
charla; si hay un lugar en la tierra que Dios estableció para recibir consuelo,
para superar un duelo, ese lugar es Jerusalén, no hay un lugar mejor que
ese. Algunos viven arrastrando y
sobrellevando, dolores, tristezas, amarguras de muchos años atrás. Son cientos de personas que no han logrado
superar un proceso de duelo. Bien
sabemos que los duelos se deben a perdidas, personales, materiales, profesionales,
laborales, económicos, y muchas veces, ni siquiera es la perdida como tal lo
que mas afecta a la persona, sino que tal vez, la persona nunca hizo el
duelo. O que la persona se quedo
lamentando toda la vida de esa situación.
Hay personas que han tenido perdidas, y cada uno debe hacer
una breve evaluación en su corazón, si aun reside allí alguna raíz de dolor o
amargura por una situación que no ha podido superar; en algunos casos surgen
resentimientos con Dios; usted no se explica porque eso le tuvo que pasar a
Usted, porque tuvo que perder a su papa, mama, hijo; porque tuvo esa perdida
material, porque su matrimonio o noviazgo se truncó o frustró; Muchos hemos
sido consolados y sanados en Jerusalén.
En 2 Samuel se relata, que David venia de sufrir una dolorosa perdida, a
pesar que quien había muerto, su hijo Absalón, se había encargado de hacerle la
vida imposible. Pero un padre no se
olvida de sus hijos, mas un hombre como David, quien era conforme al corazón de Dios.
A el no le importaba que su hijo había actuado perversamente, el seguía
siendo su hijo. Entonces David, decidió
entrar a Jerusalén.
Pero en esta oportunidad, no vamos a referirnos a David ni a
su amor por Jerusalén, sino a otro personaje, que lo cita en el Vers. 32 en
adelante, un hombre llamado BARZILAI.
¿Quién era Barzilai? En 2 Samuel
17:27-29, nos damos cuenta que era ayudo a David y a quienes con el estaban,
cuando el mas lo necesitaba. Estando
David en el desierto, sin provisiones, apareció Barzilai, y “le trajo a David y
al pueblo que con el estaba, camas, tazas, vasijas de barro, trigo, cebada,
harina, grano tostado, habas, lentejas, garbanzos tostados, miel, manteca,
ovejas y quesos de vaca, para que comiesen; porque decían: El pueblo esta
hambriento y cansado y sediento en el desierto”. Este hombre honro a David, fue quien se hizo
presente cuando David mas necesitaba de alimento, era un hombre de tal
sensibilidad y generosidad, que no solo le dio a David sino a todo el pueblo
que con él estaba.
Volviendo al capitulo 19, comencemos diciendo, que la
oportunidad está a la puerta y llama, y esta en nosotros no dejarla ir; porque
hay cuatro cosas que no regresan, “la palabra dicha al aire, la saeta lanzada
al viento, la leche derramada en tierra y la oportunidad perdida”. Luego, si la
oportunidad se le presenta, no la deje ir; porque “todo tiene su tiempo y todo
en su tiempo es hermoso”; esa oportunidad se puede ir y que seguridad tenemos
que se vuelva a presentar. Que no nos
pase, como dice la Biblia, que “vengan tiempos en los cuales ya no tendremos en
ellos contentamiento”. Entonces, dice la
Biblia:
“Era Barzilai muy anciano, de ochenta años, y él había dado
provisiones al rey cuando estaba en Mahanaim, porque era hombre muy rico. Y el rey dijo a Barzilai: Pasa conmigo, y yo
te sustentaré conmigo en Jerusalén. Mas
Barzilai dijo al rey: ¿Cuántos años más habré de vivir, para que yo suba con el
rey a Jerusalén? De edad de ochenta años soy este día. ¿Podré distinguir entre
lo que es agradable y lo que no lo es? ¿Tomará gusto ahora tu siervo en lo que
coma o beba? ¿Oiré más la voz de los cantores y de las cantoras? ¿Para qué,
pues, ha de ser tu siervo una carga para el señor el rey? Pasara tu siervo un
poco mas allá del Jordán con el rey, ¿Por qué me ha de dar el rey tan grande
recompensa? Yo te ruego que dejes volver a tu siervo, y que muera en mi ciudad
junto al sepulcro de mi padre y de mi madre.
Mas he aquí tu siervo Quimam; pase él con mi señor el rey, y haz a él lo
que bien te pareciere. Y el rey dijo: Pues pase conmigo Quimam, y yo hare con
el como bien te parezca; y todo lo que pidiereis de mi, yo lo haré. Y todo el pueblo pasó el Jordán; y luego que
el rey hubo pasado, el rey besó a Barzilai, y lo bendijo, y el se volvió a su casa”.
Que interesante, aquellos que entienden por la vía de la
revelación, que si Dios les ha dado la bendición de tener “tres pesos” mas, no
es para que se vuelvan avaros, codiciosos, como el caso de aquel hombre rico,
que quería mas y mas, olvidando que la “vida es mucho mas que los bienes que el
hombre posee”; y olvidan que todo aquello que han atesorado, un día vienen por
su alma, y todo aquello que ha guardado ¿Para quién será? Así es todo aquel,
que se hace rico para los hombres pero pobre para Dios. El día que sean llamados a cuentas, para
quien será todo aquello que han provisto.
La vida es mucho mas que la comida o la bebida; eso es lo que buscan las
gentes del mundo, pero los hijos de Dios perseguimos propósitos superiores. Dios sabe cual es nuestra autentica
necesidad. El hombre feliz no es el que
mas tiene, sino el que menos necesita, el que menos apegado está. Confucio decía, “la raíz del sufrimiento es
el apego, la eliminación del sufrimiento es la eliminación del apego”. Hay
personas que no son felices, porque viven para cuidar lo que Dios les ha dado,
pero lo hacen en forma neurótica y compulsiva.
Barzilai era un hombre generoso y verdaderamente rico, porque
había comprendido que tenía “tres centavos” más, para compartirlos con el
prójimo. Y el rey dijo a Barzilai, “pasa conmigo a Jerusalén y yo te
sustentare”. De igual manera, nuestro
Papa Dios, el Rey por excelencia, nos invita a ir a Jerusalén, y allá él nos
sustentará. Así como lo dijo Artajerjes
rey de reyes a Esdras, “por mi es dada
orden que todo aquel en mi reino del pueblo de Israel y de sus sacerdotes y
levitas, que quiera ir contigo a Jerusalén, vaya” (Esdras 7:13) Por eso, tome este mensaje como una
invitación de Papa Dios para su vida, y es el mismo Señor, quien le dice a
Usted a través de su palabra, “ven conmigo, y en Jerusalén te sustentaré”.
Muchos dicen, “pero yo, ¿Cómo voy y como pago? Aunque conocemos Isaías 55,
cuando el Señor nos invita a ir, comprar y comer, sin dinero vino y leche; pero
¿le estamos creyendo al Señor? David le
insistía a Barzilai, “pasa conmigo”, es el rey quien lo está invitando; pero es
necesario creer y querer. Es menester que haya ese anhelo, ese deseo ardiente
de ir. ¿Pero cual fue la respuesta de Barzilai?
1.
¿Cuántos
años más habré de vivir, para que yo suba con el rey a Jerusalén? Y esta es la
pregunta que mucho se hacen y por eso todavía no han subido: ¿Cuándo será que
yo voy a subir a Jerusalén? ¿En que época de mi vida? ¿Sera que algún día voy a subir? Ya tengo ochenta
años, decía Barzilai, ya se me acaba la licencia, estoy próximo a caducarla, y
todavía no se cuantos años mas tendré que esperar; pero el rey le está diciendo
“ven conmigo a Jerusalén”; pero el sigue diciendo, ¿Cuándo será que voy? Y
comienza buscar “peros”, comienza a fabricarse excusas.
2.
“¿Podré
distinguir entre lo que es agradable y lo que no lo es? Además, yo tan viejito,
en ese viaje, y ya no tengo la agilidad
de antes, y me tengo limitaciones de salud; comenzó a buscar razones para no
ir, a racionalizar. ¿Tomará gusto ahora
tu siervo en lo que coma o beba? Y la gente se inventa excusas, “me hará daño
la comida que ofrecen allá”, “y con problemas de colon, hígado, páncreas”; siendo que allá solo le ofrecen
Bufetes espectaculares, y la persona puede elegir lo que mas le guste o necesite
y come las cantidades y las veces que quiera.
“¿Si le sacaré gusto a esos exquisitos manjares, yo tan viejito? “a esos
vinos refinados, a esas deliciosas recetas culinarias?”.
3.
¿Oiré
más la voz de los cantores y de las cantoras? Si entenderé algo de lo que dicen
los guías. Y David le esta diciendo,
“venga conmigo, y yo te sustentaré”.
Iras como dice Isaías 66:10-14, “…en los brazos series traídos y sobre
las rodillas seréis mimados. Como aquel
a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén
tomaréis consuelo…” Como un bebe en los
brazos de su mama, “mamareis y os saciaréis de los pechos de sus consolaciones,
para que bebáis y os deleitéis con el resplandor de su gloria”.
4.
¿Para
qué, pues, ha de ser tu siervo una carga para el señor el rey? Y David le dice,
pero como vas a ser una carga, si tu me sustentaste en el desierto cuando yo
mas lo necesitaba, tu me diste alimento cuando yo y mi pueblo nos moríamos de
hambre, nos diste de beber cuando nos moríamos de sed; ¿Cómo serias una carga o
una molestia para mi? Entiende que amor con amor se paga; es lo menos que puedo
hacer, me quedo corto, no alcanzaría a recompensar toda la obra de amor que ha
tenido por mí; tu nunca serías una carga. Los padres que piensan que son una
carga para sus hijos, o los viejos que piensan que son una carga para los
jóvenes; los discípulos que piensan que son una carga para sus lideres. David le esta pidiendo que le de la bendición
de atenderlo, de ir con el a Jerusalén.
5.
Pasara
tu siervo un poco mas allá del Jordán con el rey, ¿Por qué me ha de dar el rey
tan grande recompensa? Otra excusa común, “no merezco ese viaje”, mas bien esa
platica úsela para otra cosa, désela a la educación de sus hijos, cómprese un
carro, mejore la casa, lleve a otro; no merezco eso. ¿Cómo que no le merece? Y si así fuera, Dios
se lo está dando de pura gracia. Usted
si merece esa recompensa, una y mas veces, porque es a Papa Dios a quien le
plació darle el reino. No son los
hombres, estos son solo instrumentos, porque la bendición viene de Dios.
6.
Yo
te ruego que dejes volver a tu siervo, y que muera en mi ciudad junto al
sepulcro de mi padre y de mi madre. Es
su decisión. Y aunque la Palabra de Dios
dice, “porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te ame,
daré, pues, hombres por ti y naciones por tu vida” (Isaías 43:4) Pero su
decisión, es volver a la casa de sus padres y morir, es el lenguaje de una
persona que ha perdido la ilusión de vivir, que dejo de creer, de anhelar; por
eso decía el Dr. Chamorro, “muertos no son los que están en la tumba fría, son
los que tienen muerta el alma y caminan todavía”. Muchos dejaron de vivir muy
temprano. En su epitafio o en su tumba
dirá, “este hombre se murió a los 40 aunque lo enterramos a los 80”. Este hombre decidió no ir; el rey lo quería
llevar, se quería hacer cargo de el; pero el prefirió regresar a la casa de sus
padres. En el año de la decisión, debemos tener mucho cuidado con que decisiones
vamos a tomar y no dejar ir la oportunidad y quedarse sin la bendición.
7.
Mas
he aquí tu siervo Quimam; pase él con mi señor el rey, y haz a él lo que bien
te pareciere. Y el rey dijo: Pues pase conmigo Quimam, y yo hare con el como
bien te parezca; y todo lo que pidiereis de mi, yo lo haré. Y todo el pueblo pasó el Jordán; y luego que
el rey hubo pasado, el rey besó a Barzilai, y lo bendijo, y él se volvió a su
casa”. Y sigue diciendo la escritura:
“El rey entonces paso a Gilgal, y con el pasó Quimam; y todo el pueblo de Judá
acompañaba al rey, y también la mitad del pueblo de Israel”. No todas las historias de la Biblia tienen
finales felices.
De corazón hubiera querido que Barzilai, le hubiera creído a
Dios, hubiera aceptado esa invitación generosa del rey David. No importa la edad, para David no era una
carga; él estaba recompensando una obra generosa y de amor que había hecho en
el pasado. Muchos con lágrimas han sembrado, con regocijo quieren segar, pero
no se dan la oportunidad. ¿Dónde esta
usted y donde quiere estar? Pero ya no nos inventemos excusas; que la edad, que
el trabajo, que la familia, que la casa que hay que reformar; que el carro que
hay que comprar, que los estudios de los muchachos, que la operación o cirugía,
pero en el fondo, son excusas. David
tenia toda la intención de llevarse a Barzilai, en “clase ejecutiva”, pero el
no quiso. Al final pidió que fuera otro,
y el otro sino no tuvo ningún problema de ir, y se fue para la tierra santa.
Por eso dice la Palabra de Dios, “Por mi es dada orden, que
todo aquel quiera ir a Jerusalén, que vaya”; no solo es creer, es querer, es
tomar la decisión de ir. Las excusas se
las fabrica cada uno. Y en algunos
casos, personas que no han hecho ningún merito para ir, terminan yendo, como
fue el caso de Quimam, que tuvo la bendición de estar en el lugar y momento
oportuno. Pero como Barzilai le regalo
el viaje, el no tuvo ninguna excusa para dejar de ir.