Por Alexander Dorado Albán
La gratitud es la memoria del
corazón; solo quien conserva una actitud de gratitud, puede alabar a Dios;
porque alabar es dar gracias a Dios por sus favores y beneficios; alabar es dar
gracias por lo que él ha hecho, está haciendo y hará. Dios no nos pasa cuenta de cobro o factura
por sus bendiciones, pero sus hijos
tenemos una deuda de amor y gratitud a él por tantas misericordias; por todas
sus maravillas.
El no nos pide que le “paguemos”
sus favores, aunque esa si es la manera de pensar nuestra; creemos que debemos
pagar a quienes se han portado bien con nosotros, pero ¿A Dios, como pagar
tantos favores? Es imposible de corresponder a su amor eterno. No nos
alcanzaría la vida ni habría forma de hacerlo, de pagarle a Dios tanto amor,
misericordia, el don de su Espíritu, su paternidad, el regalo de la salvación y
la vida eterna.
En el Salmo 116 encontramos el caso de
un hombre que ha sido librado de la muerte; no se si ese sea nuestro caso; que
nos hayamos visto de cara a cara con la muerte, y el Señor nos haya librado
milagrosa, soberana y poderosamente. Si
hemos sido librados de situaciones críticas y apremiantes. Lo triste seria olvidarlo, lo cual sería una
enorme e inconcebible muestra de ingratitud a Dios quien ha sido tan bueno con
nosotros.
“¿Cómo pagaré a Dios sus beneficios
para conmigo?” Esa era la oración del Salmista.
Si se tratara entonces, de expresar al Señor manifestaciones de amor y
gratitud por todos sus favores recibidos; en este salmo, encontramos 4 maneras
de hacerlo: Testificando a otros de Cristo, pagando nuestros votos, ofreciendo
sacrificio de alabanza y yendo a Jerusalén a pagar nuestros votos y llevar
ofrendas de acción de gracias.
1. Testificando
a otros de Cristo. De misericordia hemos
recibido, de misericordia debemos dar.
De la manera que alguien nos compartió del amor de Dios y la vida
abundante que él nos ofrece, debemos hacer lo mismo con otros. Es tomar la copa
de la salvación y dar a beber a otros del amor de Dios, la llenura de su
Espíritu y la plenitud de la vida abundante y eterna.
2. Pagando los
votos. En diferentes momentos nos hemos
visto en situaciones apremiantes y criticas, y le hemos prometido a Dios que
nos ayude y recate, a cambio, “nos comprometemos” a hacer determinada acción,
que denota de nuestra parte, una evidencia de cambio en algún aspecto de
nuestra forma de ser, comportarnos; acciones que denotan esfuerzo, disciplina,
santidad, fidelidad.
El problema
es que una vez, Dios nos da su ayuda, nos olvidamos del compromiso
adquirido. Bien dice la escritura,
“cuando a Dios hagas promesa, no tardes en cumplirla. Es mejor que no prometas, a que prometas y no
cumplas. Dios no se complace con los
insensatos.” De la manera que Dios nos
toma en serio a nosotros, también nosotros debemos tomarle en serio a él. Si
hemos hecho una promesa o dado la palabra, debemos cumplir con la parte de
nuestro compromiso, porque él ha cumplido con la parte suya.
3. Ofrecer a
Dios alabanza. Si hay algo que el
encanta a Dios que sus hijos le tributen es alabanza. Dice la escritura, “ofrezcamos siempre a
Dios, sacrificio de alabanza, fruto de labios que confiesan su nombre.” Alabamos a Dios porque hemos visto sus
maravillas, pero de igual manera, cuando alabamos a Dios, observamos como su
mano se mueve, y se cumple lo que dice la canción: “cuando el pueblo alaba a
Dios suceden cosas maravillosa, hay sanidad, liberación, medicina, poder,
bendición.
4. Ir a dar gracias a Dios en Jerusalén. Es la experiencia más grata y gratificante;
subir según el mandato bíblico a la Casa de Dios, a Jerusalén, a tener ese
encuentro de amores con el Señor, se recreados en su casa, y recibir su
tratamiento amoroso; pero de igual manera, debemos ir a dos propósitos: Pagar
nuestros votos delante de su pueblo y llevar ofrendas de acción de gracias a la
Casa de Dios en Jerusalén. “Saldrá de ellos acción de
gracias y voz de nación que está en regocijo.”
El salmista pone un énfasis en cómo y cuándo dar gracias. Primero, ¿Cómo? A través de las cuatro maneras ya mencionadas; lo cual demanda una actitud de amor, gratitud y compromiso con el Señor. Segundo, ¿Cuándo? Y claramente dice, “Ahora”, porque quien tiene esa actitud no la deja para después, cuánto más si es consciente, que su plazo ha llegado.
Para
aquellos que vamos en este año a Jerusalén, tiene una connotación especial,
2015 es Jubileo, y Septiembre es comienzo de año, por eso celebramos en este mes,
la fiesta del Rosh Hashana. En este año
y de manera particular, es subir a Jerusalén a dar gracias en este Jubileo, por
las incontables bendiciones recibidas de parte de él, por su gracia, por su
misericordia, y también porque hemos sido fieles a él, y hemos abrazado sus
promesas, amando su santo nombre.
Es
tiempo de subir a Jerusalén, de pagar nuestros votos y llevar ofrendas de
acciones de gracias, como dice la escritura, ha de oírse aún voz de gozo y de alegría, voz de desposado y
voz de desposada, voz de los que digan: Alabad a Jehová de los ejércitos,
porque Jehová es bueno, porque para siempre es su misericordia; voz de los que traigan ofrendas de
acción de gracias a la casa de Jehová. Porque volveré a traer los cautivos de
la tierra como al principio, ha dicho Jehová.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario