Rompiendo el vaso
de alabastro
Por Alexander Dorado
Dan quienes guardan amor y gratitud en
su corazón.
Pasaje de estudio: Mateo
26:6-13, Marcos 14:3-9, Juan 12:1-8
La mujer que ungió al
Señor con un perfume de nardo puro, es uno de los pasajes más bellos que
encontramos en las escrituras, que nos muestra la actitud amorosa de una mujer que
fue criticada por su gesto de honra y gratitud.
La acción de esta mujer
podría verse como un acto impulsivo, como si hubiera actuado con osadía y
atrevimiento, pero hay momentos en la vida, donde sabemos que hay cosas que
debemos hacer, y no podemos poner freno, cuánto más si son puestas por Dios en
el corazón. No las pensamos, ni medimos
consecuencias, solo sabemos que hay que hacerlo.
Esta mujer fue criticada por
los mismos discípulos, quienes no solo se enojaron con ella, sino que la criticaron
diciendo, “que desperdicio era ese.”
¿Acaso el Señor no merecía ese acto de honra? En el fondo, no solo
estaban menospreciando a la mujer, sino a su líder y maestro. La honra que
ellos no le daban, la estaba recibiendo a través de esta sencilla y humilde
mujer.
Solo Dios puede juzgar
nuestras acciones, como fue el caso de aquella otra mujer viuda a la cual hizo
referencia el Señor. Viendo la actitud
con que ofrendaban, vio a ricos que entregaban sus ofrendas y también a la
mujer. ¿Quién dio más? Preguntó el
Señor. La mujer; porque los ricos daban de lo que les sobraba, pero ella dio
todo lo que tenía. No es la cantidad, es
la actitud.
No tardaron mucho en
comenzar a hacer cuentas y dar sus argumentos, liderados por Judas el
Iscariote, “esto se puede vender por más de 350 denarios y darlo a los pobres”;
comenzaron a tener ideas de qué hacer con ese dinero. Pero en el corazón de esa
mujer solo había una intención, honrar a su maestro.
“Dejadla, no la
molestéis”, fue la exhortación del Señor, y sabiendo lo que murmuraban, les
dijo: “ya tendréis tiempo para ayudar a los pobres, pero a mí no siempre me
tendréis.” Esta oportunidad de honrar al Señor, era tal vez la única, y sin
saberlo, la mujer estaba preparando el cuerpo del Señor para la sepultura. ¿Qué
mejor que hacer las cosas en vida?
Hay muchas cosas que hemos
hecho alguna vez y fue la mejor decisión hacerla. Yo he ido en varias ocasiones
a Israel, pero solo una vez fui con el Dr. Chamorro, nuestro padre en la fe; y
esa única vez que fui con él, fue algo maravilloso, mi vida quedó marcada por
siempre por aquella vez. Una cosa es ir
a Israel con otros líderes, pero haber ido con el padre en la fe, fue algo
inolvidable.
Hoy entiendo, que así
tuviera todo el dinero del mundo, ¿Cómo tener esa experiencia? Es
imposible. Fue la mejor decisión que
pude tomar alguna vez, ir a la casa de mi Padre Dios, en compañía de mi padre
en la fe, y vivir con él, en la tierra de los amores, experiencias que estarán
conmigo para siempre y que no hay manera de volverlas a tener.
¿Quién era esta mujer? La
Biblia nos lo dice, era María de Betania, la hermana de Lázaro, a quien el
Señor había resucitado. Tal vez, era esa
una de las principales razones, por la que María guardaba tanta gratitud hacia
el Señor. Aquella mujer que se sentaba a los pies de su maestro, mientras su
otra hermana atareada con tantas cosas, no entendía lo que su hermana hacia.
Jesús profetizó acerca de
esta mujer, “en todo el mundo se hablará de lo que esta mujer hizo.” Y es
exactamente lo que sucede cada día, son millones de iglesias en el mundo, que
varias veces en el día, en la celebración de la liturgia, se predica de esta
mujer, además de las misas radiales y televisivas.
Han transcurrido más de
veinte siglos, y nunca nadie se ha atrevido jamás a decir, “fue un error, “que
gran equivocación la de esa mujer”, “que desperdicio”, por el contrario, han
sido miles de generaciones que han sido impactadas por el testimonio de esta
mujer, su acto de amor, gratitud, generosidad y honra con el Señor. Y el Señor a quienes le honran, les honra.
No lo hizo con ese
propósito, de ser exaltada y reconocida por generaciones hasta el fin de los
tiempos en que se predique este evangelio; pero ella nunca calculó siquiera, la
trascendencia que tendría en el evangelio y en la cristiandad de todos los
tiempos, esa manifestación generosa y desprendida que tuvo esa mujer con el
Señor.
Era un perfume de gran
precio, y seguramente, como lo pensaron los discípulos, si se hubiera vendido,
se le hubiera podido dar muchos “usos” a ese dinero, como fueron las ideas que
tuvieron los discípulos; pero sin lugar a dudas, la ofrenda de amor de esta
mujer, fue la mejor decisión. Y sabemos
que todo aquello que hacemos por él y para él, nos lo devuelve multiplicado.
Peregrinos, sigan adelante
en su decisión, muchos van a querer desmotivarlos, o intentar cambiar su
decisión, criticando o dando ideas de qué hacer con el dinero que en su corazón
usted ya determinó que sea para ir a Israel.
Es un gran precio, no es una suma despreciable, por eso usted debe ser
sabio y darle la mejor inversión, y Dios se encargará de multiplicar lo que
usted siembre.
Animo, que ya pronto
estaremos celebrando y disfrutando de un maravilloso tiempo de amores en la
casa de Papa Dios, en Jerusalén.
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