¿Quiénes suben a
Jerusalén?
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Claves para hacer el sueño una realidad
Por Alexander Dorado
A Israel van los que creen y anhelan
ir
Pasaje de estudio: Salmo
84
La visión de Israel y la
experiencia de viajar a la Tierra Santa es uno de los mas maravillosos regalos
que Dios ha dado a la familia del Centi y por lo tanto una de las experiencias
de vida más significativas y transformadoras que podemos tener.
Desde aquella primera
peregrinación, en el año 1981, en que el Dr. Néstor Chamorro, líder espiritual
y fundador de la CEPC, tuvo ese sentir de ir a la tumba vacía en Jerusalén, a
dar gracias por las bendiciones recibidas en el obra misionera, hasta el día de
hoy, son miles de peregrinos que hemos subido a Jerusalén a tener un encuentro
de amores con el Dios de Israel y disfrutar de sus promesas y abundantes
bendiciones.
¿Quiénes son los que van a
Jerusalén? Por supuesto, aquellos que abrazando las promesas, suben con una
visión espiritual; aquellos que saben que como hijos de Dios son herederos de
bendición. Siempre le escuché decir al Dr. Chamorro, “A Israel no va el que tiene ni el que puede, sino el que cree.” Y realmente es así, porque ese ha sido el
testimonio de los peregrinos que hemos ido a Jerusalén. Ir a Jerusalén, es matricularse en la escuela
de la fe.
Leyendo la Biblia, en el
Salmo 84, encontramos algunas claves que nos indican quienes son lo que
finalmente van a la tierra de los amores, la tierra de las promesas y la
bendición:
1.
Los
que disfrutan el estar con Dios. Ir a Jerusalén, es mucho
más que estar en un lugar, es estar con alguien; es darse cita con el ser más
maravilloso del Universo, nuestro Papa Dios.
Y él espera que lo amemos a él, más que a las personas, cosas, trabajos
o circunstancias. Es el goce pleno de la
presencia de Dios. Como lo reza el
Salmo, “aquellos delicados pastos donde somos pastoreados y aquellas aguas de
reposo donde somos abrevados.” (Vers. 1)
2.
Los
que tienen el anhelo. El
anhelo es algo mucho más profundo e intenso que un deseo, nace de lo más
interno del corazón; es un sentimiento que se alimenta desde el espíritu. Hay personas que pudiendo ir, no van, porque
no tienen ese anhelo, no se ha encendido ese fuego en su corazón. (Vers. 2)
3.
Los
que creen que Dios les lleva. Para muchos ir a Israel
es algo que resulta imposible, improbable; pero no es así para el Dios de los
imposibles; es él quien nos invita, y el no hace acepción de personas. Lo más maravilloso es precisamente,
contemplar, que personas sin posibilidades económicas, pero movidos por la fe,
han hecho realidad este sueño. (Vers. 3)
4.
Los
que saben que es una bendición. Solo quienes aprecian la
inmensa bendición que es ir a Jerusalén, toman la decisión de ir. Aquellos que, por el Espíritu han entendido
que la peregrinación es mucho que un viaje, es un tratamiento amoroso en los
brazos de Dios, en el cual recibimos sanidad, medicina, prosperidad, y
respuesta de parte de Dios a nuestra necesidades. (Vers. 4)
5.
Los
que tienen en Dios sus fuerzas. Esto es algo espiritual, por lo tanto demanda
que estemos fortalecidos espiritualmente.
Dependemos de Dios y no de nuestras propias fuerzas. Porque en el
proceso van a resultar inconvenientes, y es en ese momento, en los cuales, debemos
creer que “todo lo podemos en Cristo que nos fortalece” y que con la ayuda de
Dios, lo vamos a conseguir. Y por supuesto, es luchar con las fuerzas de Dios
para hacer su voluntad y no la nuestra.
(Vers. 5)
6.
Los
que pagan el precio. Para subir a Jerusalén, hay que estar
dispuestos a soportar duras y hasta difíciles pruebas; “atravesar ese valle”
que parece de lagrimas. Pero sabemos que aquello que “siembran con lagrimas,
con regocijo segarán.” Hay una tarea que
nos compete hacer; debemos “abrir los estanques” y el enviará su lluvia para llenarlos. Debemos preparar las vasijas para que él las
llene con su aceite. (Vers. 6)
7.
Los
que van en el poder del Espíritu Santo. Ya hemos dicho que esto
es algo del Espíritu, por lo tanto debemos andar en el Espíritu, para lograr
este objetivo. De la manera que el
Señor Jesús, “fue llevado en el poder
del Espíritu Santo al desierto.” Así nosotros, iremos de “poder en poder y
veremos a Dios en Sion.” (Vers. 7)
8.
Los
que oran sin cesar. La más poderosa arma o herramienta que
Dios nos ha dado para tener victorias espirituales es la oración. La peregrinación comienza desde el preciso
instante en que tomamos la decisión de ir; allí empiezan a surgir situaciones
que debemos sortearlas en oración ferviente en el Espíritu. En la oración recibimos la unción que necesitamos
para llegar a la meta.
9.
Los
que tienen visión de lo alto. Quienes vamos a
Jerusalén no dependemos de lo que pasa en la tierra sino de lo que sucede en el
cielo. Por eso debemos “poner la mira en
las cosas de arriba y no en las de abajo.”
En el cielo no importa si el dólar sube o baja; Dios envía su bendición
abundante, que suple todo lo que nos hace falta conforme a sus riquezas. (Vers.
9)
10.
Los
que eligen la excelencia.
Aquellos que han entendido que “mejor es un día en sus atrios que mil días
fuera de ellos.” No hay un lugar comparable con la ciudad del Gran Rey. Es el
único lugar debajo del cielo, donde Dios ha puesto su nombre del cual Dios
dice: “ese buscaréis y allá iréis.” (Vers. 10)
11.
Los
que entienden que Dios les provee. Dios es nuestra fuente
de vida y el nos da sin reserva; nos cuida y protege. El no quita el bien a los que andan en
integridad, por el contrario, el “provee, aumenta y multiplica” los recursos
que nos da, para que no tengamos falta de ningún bien. Algunos dudan no han entendido, que ir a Jerusalén,
es una hermosa siembra, de la cual, vamos a recibir réditos por el resto de la
vida. Y que el nos devolverá
multiplicado. (Vers. 11)
12.
Los
que confían en Dios. Y
saben que él hará. Por eso son felices, porque saben que en el Dios de Israel,
está su seguridad y confianza, y que él no deja a sus hijos quedar avergonzados. Pero debemos creerle para disfrutar de sus
bendiciones. (Vers. 12)
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