sábado, 25 de julio de 2015

ES TIEMPO DE GRATITUD

Por Alexander Dorado Albán

La gratitud es la memoria del corazón; solo quien conserva una actitud de gratitud, puede alabar a Dios; porque alabar es dar gracias a Dios por sus favores y beneficios; alabar es dar gracias por lo que él ha hecho, está haciendo y hará.  Dios no nos pasa cuenta de cobro o factura por sus  bendiciones, pero sus hijos tenemos una deuda de amor y gratitud a él por tantas misericordias; por todas sus maravillas.

El no nos pide que le “paguemos” sus favores, aunque esa si es la manera de pensar nuestra; creemos que debemos pagar a quienes se han portado bien con nosotros, pero ¿A Dios, como pagar tantos favores? Es imposible de corresponder a su amor eterno. No nos alcanzaría la vida ni habría forma de hacerlo, de pagarle a Dios tanto amor, misericordia, el don de su Espíritu, su paternidad, el regalo de la salvación y la vida eterna.

En el Salmo 116 encontramos el caso de un hombre que ha sido librado de la muerte; no se si ese sea nuestro caso; que nos hayamos visto de cara a cara con la muerte, y el Señor nos haya librado milagrosa, soberana y poderosamente.  Si hemos sido librados de situaciones críticas y apremiantes.  Lo triste seria olvidarlo, lo cual sería una enorme e inconcebible muestra de ingratitud a Dios quien ha sido tan bueno con nosotros.

“¿Cómo pagaré a Dios sus beneficios para conmigo?” Esa era la oración del Salmista.  Si se tratara entonces, de expresar al Señor manifestaciones de amor y gratitud por todos sus favores recibidos; en este salmo, encontramos 4 maneras de hacerlo: Testificando a otros de Cristo, pagando nuestros votos, ofreciendo sacrificio de alabanza y yendo a Jerusalén a pagar nuestros votos y llevar ofrendas de acción de gracias.

1.      Testificando a otros de Cristo.  De misericordia hemos recibido, de misericordia debemos dar.  De la manera que alguien nos compartió del amor de Dios y la vida abundante que él nos ofrece, debemos hacer lo mismo con otros. Es tomar la copa de la salvación y dar a beber a otros del amor de Dios, la llenura de su Espíritu y la plenitud de la vida abundante y eterna.

2.      Pagando los votos.  En diferentes momentos nos hemos visto en situaciones apremiantes y criticas, y le hemos prometido a Dios que nos ayude y recate, a cambio, “nos comprometemos” a hacer determinada acción, que denota de nuestra parte, una evidencia de cambio en algún aspecto de nuestra forma de ser, comportarnos; acciones que denotan esfuerzo, disciplina, santidad, fidelidad.

El problema es que una vez, Dios nos da su ayuda, nos olvidamos del compromiso adquirido.  Bien dice la escritura, “cuando a Dios hagas promesa, no tardes en cumplirla.  Es mejor que no prometas, a que prometas y no cumplas.  Dios no se complace con los insensatos.”  De la manera que Dios nos toma en serio a nosotros, también nosotros debemos tomarle en serio a él. Si hemos hecho una promesa o dado la palabra, debemos cumplir con la parte de nuestro compromiso, porque él ha cumplido con la parte suya.

3.      Ofrecer a Dios alabanza.  Si hay algo que el encanta a Dios que sus hijos le tributen es alabanza.  Dice la escritura, “ofrezcamos siempre a Dios, sacrificio de alabanza, fruto de labios que confiesan su nombre.”  Alabamos a Dios porque hemos visto sus maravillas, pero de igual manera, cuando alabamos a Dios, observamos como su mano se mueve, y se cumple lo que dice la canción: “cuando el pueblo alaba a Dios suceden cosas maravillosa, hay sanidad, liberación, medicina, poder, bendición.

4.      Ir a dar gracias a Dios en Jerusalén.  Es la experiencia más grata y gratificante; subir según el mandato bíblico a la Casa de Dios, a Jerusalén, a tener ese encuentro de amores con el Señor, se recreados en su casa, y recibir su tratamiento amoroso; pero de igual manera, debemos ir a dos propósitos: Pagar nuestros votos delante de su pueblo y llevar ofrendas de acción de gracias a la Casa de Dios en Jerusalén.  “Saldrá de ellos acción de gracias y voz de nación que está en regocijo.”

El salmista pone un énfasis en cómo y cuándo dar gracias.  Primero, ¿Cómo? A través de las cuatro maneras ya mencionadas; lo cual demanda una actitud de amor, gratitud y compromiso con el Señor.  Segundo, ¿Cuándo? Y claramente dice, “Ahora”, porque quien tiene esa actitud no la deja para después, cuánto más si es consciente, que su plazo ha llegado. 

Para aquellos que vamos en este año a Jerusalén, tiene una connotación especial, 2015 es Jubileo, y Septiembre es comienzo de año, por eso celebramos en este mes, la fiesta del Rosh Hashana.  En este año y de manera particular, es subir a Jerusalén a dar gracias en este Jubileo, por las incontables bendiciones recibidas de parte de él, por su gracia, por su misericordia, y también porque hemos sido fieles a él, y hemos abrazado sus promesas, amando su santo nombre.

Es tiempo de subir a Jerusalén, de pagar nuestros votos y llevar ofrendas de acciones de gracias, como dice la escritura, ha de oírse aún voz de gozo y de alegría, voz de desposado y voz de desposada, voz de los que digan: Alabad a Jehová de los ejércitos, porque Jehová es bueno, porque para siempre es su misericordia; voz de los que traigan ofrendas de acción de gracias a la casa de Jehová. Porque volveré a traer los cautivos de la tierra como al principio, ha dicho Jehová.” 

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