jueves, 30 de julio de 2015

REFLEXIONES DESDE LA TIERRA SANTA

Rompiendo el vaso de alabastro
Por Alexander Dorado

Dan quienes guardan amor y gratitud en su corazón.

Pasaje de estudio: Mateo 26:6-13, Marcos 14:3-9, Juan 12:1-8

La mujer que ungió al Señor con un perfume de nardo puro, es uno de los pasajes más bellos que encontramos en las escrituras, que nos muestra la actitud amorosa de una mujer que fue criticada por su gesto de honra y gratitud.

La acción de esta mujer podría verse como un acto impulsivo, como si hubiera actuado con osadía y atrevimiento, pero hay momentos en la vida, donde sabemos que hay cosas que debemos hacer, y no podemos poner freno, cuánto más si son puestas por Dios en el corazón.  No las pensamos, ni medimos consecuencias, solo sabemos que hay que hacerlo.

Esta mujer fue criticada por los mismos discípulos, quienes no solo se enojaron con ella, sino que la criticaron diciendo, “que desperdicio era ese.”  ¿Acaso el Señor no merecía ese acto de honra? En el fondo, no solo estaban menospreciando a la mujer, sino a su líder y maestro. La honra que ellos no le daban, la estaba recibiendo a través de esta sencilla y humilde mujer.

Solo Dios puede juzgar nuestras acciones, como fue el caso de aquella otra mujer viuda a la cual hizo referencia el Señor.   Viendo la actitud con que ofrendaban, vio a ricos que entregaban sus ofrendas y también a la mujer.  ¿Quién dio más? Preguntó el Señor. La mujer; porque los ricos daban de lo que les sobraba, pero ella dio todo lo que tenía.  No es la cantidad, es la actitud.

No tardaron mucho en comenzar a hacer cuentas y dar sus argumentos, liderados por Judas el Iscariote, “esto se puede vender por más de 350 denarios y darlo a los pobres”; comenzaron a tener ideas de qué hacer con ese dinero. Pero en el corazón de esa mujer solo había una intención, honrar a su maestro.

“Dejadla, no la molestéis”, fue la exhortación del Señor, y sabiendo lo que murmuraban, les dijo: “ya tendréis tiempo para ayudar a los pobres, pero a mí no siempre me tendréis.” Esta oportunidad de honrar al Señor, era tal vez la única, y sin saberlo, la mujer estaba preparando el cuerpo del Señor para la sepultura. ¿Qué mejor que hacer las cosas en vida?

Hay muchas cosas que hemos hecho alguna vez y fue la mejor decisión hacerla. Yo he ido en varias ocasiones a Israel, pero solo una vez fui con el Dr. Chamorro, nuestro padre en la fe; y esa única vez que fui con él, fue algo maravilloso, mi vida quedó marcada por siempre por aquella vez.  Una cosa es ir a Israel con otros líderes, pero haber ido con el padre en la fe, fue algo inolvidable.

Hoy entiendo, que así tuviera todo el dinero del mundo, ¿Cómo tener esa experiencia? Es imposible.  Fue la mejor decisión que pude tomar alguna vez, ir a la casa de mi Padre Dios, en compañía de mi padre en la fe, y vivir con él, en la tierra de los amores, experiencias que estarán conmigo para siempre y que no hay manera de volverlas a tener.

¿Quién era esta mujer? La Biblia nos lo dice, era María de Betania, la hermana de Lázaro, a quien el Señor había resucitado.  Tal vez, era esa una de las principales razones, por la que María guardaba tanta gratitud hacia el Señor. Aquella mujer que se sentaba a los pies de su maestro, mientras su otra hermana atareada con tantas cosas, no entendía lo que su hermana hacia.

Jesús profetizó acerca de esta mujer, “en todo el mundo se hablará de lo que esta mujer hizo.” Y es exactamente lo que sucede cada día, son millones de iglesias en el mundo, que varias veces en el día, en la celebración de la liturgia, se predica de esta mujer, además de las misas radiales y televisivas.

Han transcurrido más de veinte siglos, y nunca nadie se ha atrevido jamás a decir, “fue un error, “que gran equivocación la de esa mujer”, “que desperdicio”, por el contrario, han sido miles de generaciones que han sido impactadas por el testimonio de esta mujer, su acto de amor, gratitud, generosidad y honra con el Señor.  Y el Señor a quienes le honran, les honra.

No lo hizo con ese propósito, de ser exaltada y reconocida por generaciones hasta el fin de los tiempos en que se predique este evangelio; pero ella nunca calculó siquiera, la trascendencia que tendría en el evangelio y en la cristiandad de todos los tiempos, esa manifestación generosa y desprendida que tuvo esa mujer con el Señor.

Era un perfume de gran precio, y seguramente, como lo pensaron los discípulos, si se hubiera vendido, se le hubiera podido dar muchos “usos” a ese dinero, como fueron las ideas que tuvieron los discípulos; pero sin lugar a dudas, la ofrenda de amor de esta mujer, fue la mejor decisión.  Y sabemos que todo aquello que hacemos por él y para él, nos lo devuelve multiplicado.

Peregrinos, sigan adelante en su decisión, muchos van a querer desmotivarlos, o intentar cambiar su decisión, criticando o dando ideas de qué hacer con el dinero que en su corazón usted ya determinó que sea para ir a Israel.  Es un gran precio, no es una suma despreciable, por eso usted debe ser sabio y darle la mejor inversión, y Dios se encargará de multiplicar lo que usted siembre.

Animo, que ya pronto estaremos celebrando y disfrutando de un maravilloso tiempo de amores en la casa de Papa Dios, en Jerusalén.


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